Para usted, mi lector:

"Y los ángeles etéreos rehuyeron a sus hermanos abismales y con hipócrita agonía arrancaron sus extremidades anadeantes y consumieron sus esperanzas de llegar algún día al lugar del que fueron echados como despojo divino. Lo bueno es que, aún en el fondo, pueden haber momentos plácidos."

lunes, 19 de diciembre de 2011

Murió el sueño y no lo vieron


Quisiera poder soñar
Pero el sueño murió,
ayer, o anteayer
en un mundo secreto;
nadie se enteró de su deceso,
pues ocupaban su tiempo en otros horizontes
muy alejados del sueño. Enajenados.
No le vieron sonreír y marchar
entre una nube de polvo amarillento
y vientos que surgían de ningún lugar,
adentrándose en la boca del destino
para no volver…
Y así como no vieron la muerte del sueño,
Aquellos ojos fallecidos, que ya no captan luz
dejaron de ver lo que sucedía
sumergidos en el vacío
de una modernidad sin recuerdo.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Isleño

En el mundo pasan tantas cosas, pero estamos tan lejos del mundo. Somos una pequeña isla, con una pequeña frontera, y pequeñas personas que, como hormigas, se pierden en la marea del trabajo y la insignificancia. Hace poco me di cuenta de que, independientemente de lo que pase en el mundo, la situación de esta elevación terrosa es propia, ausente, indistinta. Es una lástima que la globalización sea más un estado mental que un intercambio material, porque si no fuera lo segundo estaríamos en el tope evolutivo.

Atentamente,

Costelo, hijo de unas costas abandonadas; del mar contaminado; de la tierra malgastada; de la ausencia de intención; del tercermundismo filosófico y mental; de la carencia, sobre todo, de esperanza; de la falta de respeto; del insulto a la inteligencia; de los fantasmas inmortales de Santo Domingo; del mundo al que no se le permite ser parte.

jueves, 10 de marzo de 2011

Dignidad

Su jeta asemejaba enormemente a la de un sapo. Sus modales eran inexistentes. El verlo era casi tan desagradable como tratar de comunicarse con él. Aún así, dependía yo de esta "persona" y estaba atado a él con grilletes de dinero. Me asqueaba, era cierto, porque nada le era suficiente, porque no parecía hablar el idioma de la verdad o la sinceridad, porque era mezquino, rancio, falso y ruin. Porque hablarle era inútil, y así me vi, atrapado por la vida en un temible cráter. Atrapado sin escape dentro de la boca de un sapo ...De dos sapos.

Lo único que tenía era dinero, y ya ven lo poco que vale éste cuando la humanidad se pierde. Porque humanidad no es aquello que hace ominoso el mundo, humanidad es en el hombre el mismísimo concepto de la justicia.

Esa es la dignidad que me mantiene con vida, que me hace sufrir, que me mata.