Introducción:
Aquella mañana Davite se percató de que había algo extraño con sus botas. Siempre habían sido ligeramente más grandes que sus pies, pero esta vez le parecía que estos flotaban estelarmente en un vacío cosmogónico. Comenzó a sentir miedo de usarlas y caer por el universo habitante en ellos, pues a veces, cuando las usaba, podía sentir el calor de las estrellas y la caricia de los gases flotantes en el eco abismal.
Así fue como comenzó a temerle a sus insondables botas, a la puerta entreabierta del armario en la oscuridad, al chirrido de la madera de la vieja casa, al vacío espeluznante debajo de su cama. Empezó a temerle porque se dio cuenta, desde muy joven e inocente, que todo ocultaba, así como sus botas, cosas inexplicables, seres indescriptibles, universos indefinidos que quizá, con algo de esfuerzo, tendría el valor de explorar ahora que tenía conciencia de ellos.
Davite pensó, meditó y visualizó. No debía dejarse dominar por el miedo, aunque fuera pequeña y débil, pues así como en lo supuestamente vacío e inerte existían mundos de indescifrables significados, entendió que su valor podría convertirse en un símbolo de poder y verdadera grandeza.
Observó con resolución la foto de quien más admiraba.
- Indiana, ¡no te defraudaré!
Y se prometió a sí misma el dominar el universo de sus botas, el habitar el armario y vivir con sus ocupantes, el encontrar y ayudar a lo que sea que causara los chirridos de su casa y el consumir en su ser el vacío espeluznante debajo de su cama.
Se prometió explorar todo lo que el universo tuviera para ella.
Capítulo 1:
Habían transcurrido ya 12 años desde el día que decidió ser una exploradora sin bandera, sin etiqueta, sin planeta incluso; pero Davite apenas recordaba dicha promesa.
Algo salió extremadamente mal.
Si pudiera recordar, Davite invocaría aquella vez en que calló por el universo de sus botas y flotó sin rumbo ¡por años! Bueno... no años, tal vez días... Bueno, pasaron más o menos 15 minutos, ¡pero en el vació el tiempo es muy subjetivo!
Lamentablemente Davite no recordaba y se veía como una niña normal; demasiado normal; aterradoramente normal. Parecía que todas sus aventuras habían desaparecido de su memoria, como álbumes de fotos ocultos tras telarañas y años de quieta energía. ¿Por qué sus ojos se veían tan opacos y vacíos? Davite se sentía menos ella de lo quería y merecía. Estaba incompleta.
Este era un importante momento de su vida, y sería excelente para la historia que su natural resplandor aventurero volviera, porque al elegir tu carrera es buena idea ser tú, ya que si no eres tú, no deberías estar eligiendo la rama laboral de alguien más. Eso debería, en todo derecho, ser un delito capital.
Pero volvamos a lo que nos concierne.
Davite debía seleccionar su carrera, pero ella no era demasiado ella en este momento. Las sugerencias de sus amigos de ser médica o abogada no sonaban tan mal para esos oídos no suyos y pudo todo haber terminado en este momento cuando, como una ráfaga de viento huracanado, sintió un temblor horrendo dentro del colectivo que se hallaba. El vehículo se detuvo mientras una escalera de gases oscuros emanaba del motor.
Se levantó rápidamente y revisó que Nataly, Alicia y Sara (sus tres amigas de infancia) se encontraran a salvo. Extrañamente las tres habían perdido el conocimiento y se encontraban más bien dormitando en una suave respiración unísona que resoplaba en el interior del autobús.
Se acercó a la puerta y trató de abrirla sin mucho éxito. Miró por las ventanas; nada era verdaderamente visible. Empujó la salida de emergencia hasta lograr abrirla y salió instantáneamente al exterior, succionada por una fuerza invisible que le erizó la piel.
Se encontraba ahora en el exterior: un exterior envuelto en tinieblas, gases, planetas, estrellas, y en el que ahora se encontraban, flotando en un vacío místico e infinito, un autobús y una joven que no podía recordar.
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Pueden leer el capítulo 2 aquí.
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