Para usted, mi lector:

"Y los ángeles etéreos rehuyeron a sus hermanos abismales y con hipócrita agonía arrancaron sus extremidades anadeantes y consumieron sus esperanzas de llegar algún día al lugar del que fueron echados como despojo divino. Lo bueno es que, aún en el fondo, pueden haber momentos plácidos."

domingo, 18 de octubre de 2009

Sombras perdidas en el abismo.

Primer Lugar renglón Poesía, Concurso Literario para Talleristas 2006. República Dominicana.


No sufran por mí
Sufran por lo que no existe y nunca existió
Pues de ellos esta hecho el reino de Dios
Y su florecer frustrado
Pues al nacer nunca nació
Y en su mentira anidó
Sin darse cuenta ni entender
Que el cielo es bello porque lo podemos ver.


La imagen del lobo es de mi autoría y es un personaje de la ya anteriormente mencionada historia de Cecily. Espero y sea de su agrado.

Mensaje a una mujer amada, en una noche gris, después de un día claro.

Dedicado al trigal que es mi reino.

Nacimos un día como hoy. Un día claro, puro y brillante. Crecimos bajo sombras tibias, bajo fuertes sauces. Rompimos cadenas invisibles que oprimían nuestras sinceras sonrisas, y aún hoy seguimos luchando contra lo que nos inhibe. La felicidad está en la palma de la mano, en la punta de la lengua, pero la mano está tiesa y la lengua poco cooperativa. Sin embargo esto es sólo una muestra clara de que, sin dudas, al final, conseguiremos ser felices, amada mía, y esto lo digo porque sé, tanto como tú, que nada perenne, hermoso y duradero nace de praderas cómodas. Allí todo se marchita alguna vez. La flor que nace en el pantano refulge con propia luz.

sábado, 3 de octubre de 2009

Teníamos (Despedida a un caballero).


Tenía una barba cervantesca. Ojos vivos y negros.
Tenía el cabello canoso y largo
y una delimitada calva que lo hacía ver como un mosquetero anciano.
Tenía vida en sus pasos; de muchos días caminados.
Hablaba con la verdad.
Tenía negros discos en llamas del pasado.
Los recordaba todos,
y tenía, sobre todo, un gran corazón.
Pero lo tenía, ya no lo tiene, así como lo teníamos y ya no está.
un mar que emanaba como mil ríos desde el armario de las toallas
despidieron lo que fue y será en nuestras memorias:
el quinto mosquetero, aquel que blandía como un sable su poderosa sonrisa.

jueves, 1 de octubre de 2009

En la noche


No es que sea creído, pero estoy seguro que la luna me guiña el ojo cuando sale a pasear sin su marido.