3er lugar concurso nacional de talleristas (Organizado por el brillante escritor dominicano William Mejía).
Por un momento creí escuchar el eco lacónico de tu mensaje añorado, pero resultó ser el vestigio onírico de mi delirio consiente… De un vaivén de las olas otoñales. Del sopor de entelequias fantasmales. De la bruma de estos sueños vigilantes nació el suspiro de tu llamado.
Tráenos otra ronda, mi linda camarera, ¿es acaso ésta la primera vez que te vi? No es que mi persona pase mucho por aquí, pero la tierra de sus zapatos, el sudor de su barbilla, la sombra imponente de su nariz europea, no me hubieran sido indiferentes. ¿Acaso atiende a alguien más? Porque si es posible quisiera acapararla para mí, y no tiene que mal entender mis palabras, nada raro he de proponer, solo deseo descansar un poco a la sombra que su alma destila, como un gran manzano o un cedro errante. Le ofrezco asiento, pero le advierto que sólo lo ofrezco mientras cumpla el requisito de su cercanía. Tres centímetros como más entre nuestras posaderas, ¿será descarada mi oferta? Pero es que con tesoros como usted uno olvida los modales… no siempre, sólo a veces, cuando su mirada nos agarra de improvisto, no crea que mis modales implotaron al verle, más bien descansan unos segundos para volver y ayudarme a complacerla. Mi linda camarera, ¿cuidaría usted mi vida? En cambio yo le ofrezco velar sus sueños. Tengo una espada guardada en el armario, ¿o debería decir mi armería?, invisible a ojos ordinarios, pero clara y brillante para usted y para mí. Con ella destruyo al mero atisbo de oscuridad que se pose sobre su cien, en busca del néctar de sus labios que reclamo, para siempre, mío. Le dejo su propina, se la ha ganado, pero espero una promesa, si no acepta mi propuesta, al menos quédese en mí hasta que yo muera… tal vez sea pronto, no lo sé, ¿me complace usted esta vez? Pero en la más abstracta alusión, la taberna ya no estaba, será que me he vuelto loco o que me ha rechazado la ingrata, lo que sé es que el gato que no tengo me ladra en la puerta y los peces de arco-iris maldicen mi nombre en alemán, no parece nada real, pero si esto es un sueño, mi camarera ¿dónde está? ¿Se me habrá olvidado en el diván? Pero que tonto, si me la guardé en el bolsillo, excusen mi falta de cordura.
Dedicado a la señorita Alejandra, persona que fue muy importante y que también fue la linda camarera que inspiró en otros tiempos esta poesía-relato. También aprovecharé la oportunidad y se lo dedicaré a sus padres, personas totalmente geniales que se merecen todas las lisonjas que me conozca y las que me quedan por conocer. Y la foto no es mía, por cierto, es de un fotógrafo de Aragon, la chica es de pamplona y se me hizo adecuada, hasta para la dedicatoria.
Lo fácil no es lindo (Disertación).
La vida es dura, pero siempre en estos momentos de pruebas a nuestra fortaleza recuerdo una frase de la ídola, filósofa y guía espiritual, Mafalda: "La vida es linda, lo que pasa es que algunos confunden lindo con fácil."
Ninguna voluntad que no conozca las bondades y penurias del delirio conciente que es la vida puede considerarse fuerte o trascendente. Los hombres, por el tajante hecho de ser esclavos de la falta de movimiento, no pueden entender la caída de las hojas sin aventarse desde un árbol hacia la tierra, que será su último hogar.
En todo caso, un brindis para los fuertes, para los incorruptibles, para los buenos padres y madres y a los niños que miran más allá de las risibles fronteras de sus egos. Regocíjense, pues sus acciones son admiradas por mí y por cualquier noble lector que decida unirse a nuestra celebración. Su celo vivirá, sea en la reproducción constante de los que romperan con esta cultura de odio y repulsión o por las historias mitológicas que se contarán como fantásticas en un futuro no tan distante de guerras y ausencia de amor por la vida.
Martes, 12 de mayo de 2009. Costelo Landró
No hay comentarios:
Publicar un comentario