Su jeta asemejaba enormemente a la de un sapo. Sus modales eran inexistentes. El verlo era casi tan desagradable como tratar de comunicarse con él. Aún así, dependía yo de esta "persona" y estaba atado a él con grilletes de dinero. Me asqueaba, era cierto, porque nada le era suficiente, porque no parecía hablar el idioma de la verdad o la sinceridad, porque era mezquino, rancio, falso y ruin. Porque hablarle era inútil, y así me vi, atrapado por la vida en un temible cráter. Atrapado sin escape dentro de la boca de un sapo ...De dos sapos.
Lo único que tenía era dinero, y ya ven lo poco que vale éste cuando la humanidad se pierde. Porque humanidad no es aquello que hace ominoso el mundo, humanidad es en el hombre el mismísimo concepto de la justicia.
Esa es la dignidad que me mantiene con vida, que me hace sufrir, que me mata.